"PERDÓNAME, SEÑOR"

El hombre le habla a la anciana como para distraerla de sus dolencias, del cuerpo y del alma, pero la octagenaria mujer lleva largos minutos con la mirada perdida, ausente.

En un momento parece despertar y lo interrumpe.

- Mire, yo ya no quiero más, he aguantado mucho. Ya está. Lo único que quiero es morir.

- No diga eso, señora. Todavía le queda vida para disfrutar.

-¿Vida? La vida es una gran mierda, la más grande de las mierdas.

Ambos quedan en silencio.

El que ella rompe para decirle, un poco culpable: "Pero yo lo quiero, a usted lo quiero mucho, ¿lo sabe?"

- Sí, lo sé. Lo sé.

La mujer susurra un "perdóname, señor" y cierra los ojos otra vez con la esperanza de no despertar.