La serie británica Black Mirror se erigió como un hito a poco tiempo de comenzar. Su propuesta poco convencional, con capítulos independientes unos de otros y contenido más “pesado” que las series que pululan por el ciberespacio, la hizo ganar fans y notas de excelencia entre los críticos.
Los apenas tres capítulos de la primera entrega fueron un mazazo de sorpresa. Buena factura estética, narrativa provocadora y temática actual. Las temporadas que la siguieron solidificaron el gusto del público a través de historias inteligentes y sugerentes.
Pero… A ver, ¿qué pasa en Netflix? Les va tan bien, ganan tanta plata, pero quieren aún más y para lograrlo tratan de llegar a la mayor cantidad de público posible, pero al hacerlo se caen sonoramente: cambian calidad por cantidad, transan contenido por número de vistas. Es cosa de comparar el catálogo de Netflix de hace dos años con el actual, repleto de peliculillas y series totalmente desechables.
El mal del cine comercial acaba de contaminar a Black Mirror. Modificaron el concepto, lo hicieron apto para todo público, lo americanizaron, lo pasaron por agua tibia, lo plastificaron.
Hace unos años, cuando la serie comenzaba a hacerse su espacio entre las catalogadas como “buenas”, Charlie Brooker, su creador, explicaba el interesante concepto que está detrás del nombre "Black Mirror":
Decía que todos pasamos gran parte de nuestro tiempo mirando la pantalla, sea del teléfono, del computador, de la tele. Mientras la estamos mirando, vivimos en esa realidad “falsa” o “alternativa”. Pero ¿qué pasa cuando la pantalla se apaga? Haz la prueba y mira: la pantalla muestra tu reflejo, el verdadero tú, más allá de likes, views y fantasía virtual.
Y la mayoría de las historias de Black Mirror muestran eso: que por mucha tecnología que nos ayude a mejorar nuestra realidad, al final, cuando la tecnología se apaga, lo que queda es la verdad, la miseria humana. Y sí, el ser humano es malo, retorcido y vil.
Y para dejar claro esto desde el principio, la serie se estrena con un capítulo que muestra el morbo social por la zoofilia. Suavecito. En sus otros dos capítulos se trata el link entre tecnología y temas “pesados” como esclavitud, porno e infidelidad.
Y así, en sus cuatro temporadas, con mayor o menor éxito, presenta historias que tienen lugar en un futuro cercano (no más de 5 años desde hoy), donde se tocan temas polémicos como aquellos, no pensados para el “público general”. Para encerrarlos en un solo concepto, los tópicos con oscuros, bien oscuros.
Y esto fue lo que fue amputado para esta última entrega, su oscuridad, que en algunos pasajes se transforma en exquisito horror psicológico.
Sin ser mala, la quinta temporada carece del pigmento esencial de la serie, lo que la hacía única. Ahora el concepto se mantiene, pero más cuidado, sin ese “oh” —a veces con tapada de boca— de las primeras temporadas.
El primer capítulo, “Striking Vipers”, habla de una relación indebida que toma cuerpo gracias a un nuevo videojuego de realidad virtual. El segundo, “Trizas”, el mejor logrado, trata los efectos nocivos de Facebook (sin nombrarlo). Mejor logrado porque es el que más se acerca al concepto original. Angustiante, emotivo, sin final feliz.
El tercero, “Rachel, Jack y Ashley también”, desnuda el intento masificador de esta temporada, al incorporar a la superestrella Miley Cirrus al elenco para que actúe de ella misma en una historia adolescente, un tanto cómica y a veces burda. La guinda del paso en falso que Black Mirror acaba de dar.
GRANDES MOMENTOS:
S01E01 - “El himno nacional”: Secuestran a la princesa y el primer ministro británico debe debatirse entre su honor o hacer lo que el secuestrador exige para liberarla: tener sexo con un cerdo, live para todo el mundo vía YouTube.
S01E02 - “Toda tu historia”: Todo el mundo tiene un implante que permite retroceder los recuerdos y verificar ciertas cosas, como dónde dejaste las llaves, pero este adelanto es llevado al extremo por un hombre celoso que emprende una angustiante búsqueda de la verdad cueste lo que cueste.
S02E01 - “Ahora mismo vuelvo”: Una joven viuda descubre una nueva tecnología que le hace contactarse con el “espíritu” de su esposo. La cosa se pone “rara” cuando puede hacer un upgrade y llevar a la casa una réplica del difunto. “¡Google! ¡Revíveme al marido!”.
S03E01 - “Caída en picada”: En un mundo que se mueve según los likes que cada persona tenga, una chica está dispuesta a todo por conseguir la aceptación social que le dará el puntaje para comprar un nuevo apartamento.
S03E03 - “Cállate y baila”: Sombrío relato sobre el terror que produce en un adolescente el ciberchantaje del que es víctima. Debe hacer todo lo que el chantajista le dice o si no este hará viral un vergonzoso video suyo. Triste, retorcido e impactante historia.
S03E06 - “Odio nacional”: Un sádico juego de popularidad en internet deja al descubierto que el gobierno, y no solo Facebook, sabe todos nuestros secretos, nos tiene a todos identificados y nos puede seguir hasta donde vayamos. Interesante historia con un final triste de proporciones bíblicas.
S04E01 - “USS Callister”: Un inocente videojuego del espacio es en verdad una fachada para que un hombre frustrado viva otra vida, una donde es el capitán todopoderoso de la nave que abusa de su tripulación. La tripulación debe revelarse, en un vertiginoso pasaje entre realidades alternativas.
S04E03 - “Cocodrilo”: Una exitosa arquitecta debe declarar en una investigación menor de una aseguradora. Un pequeño elemento, que solo la más alta tecnología podría descubrir, vincula esta investigación con un grave hecho que ella cometió hace muchos años. La mujer revelará un lado oscuro de su personalidad para que la verdad nunca salga a la superficie.
S04E06 - “Museo negro”: Un supercapítulo que hilvana varias minihistorias que convergen en un extraño museo situado en la carretera, en medio de la nada. Una chica llega a visitarlo y pone a prueba a su perverso dueño. Por su duración y referencias a capítulos anteriores, se pensó que este sería un gran finale de la serie, pero no…
Aunque, en verdad, de alguna manera sí.
